Cuando era niño, tenía miedo de muchas cosas y ahora no
sé. Tenía miedo de mi padre porque no sabía cómo reaccionaría a las malas
calificaciones y a mis errores. Mi madre tenía varios temores que compartía con
sus hijos. Recuerdo que vivíamos en departamentos altos y sufrimos incendios y
terremotos. También tenía miedo de los muchachos peleoneros en la escuela y en
los barrios en los que viví. Cuando viví en Sevilla, hace 45 años, tenía
problemas con algunos muchachos a los que les disgustaban los estadounidenses.
Tenía que tener cuidado para evitar problemas con los demás.
Cuando tenía 20 años, le tenía miedo a otras cosas. Estaba en el ejército y
tenía miedo de morir o ser herido en la guerra de Vietnam. Después me preocupé
de no poder obtener un buen trabajo o conseguir una carrera satisfactoria.
También temía la posibilidad de morir joven sin tener hijos o de padecer de una
enfermedad horrible y morir.
Ahora que estoy más viejo, tengo otros miedos, o mejor dicho otras
preocupaciones. Estaba preocupado por mi matrimonio y mi esposa.
Desafortunadamente, después del divorcio ya tengo otras preocupaciones. Con un
hijo tengo otros miedos. Miedo a que no consiga una carrera exitosa o escoja a
una buena mujer. Ahora mis propios miedos son de salud y de si tendré bastante
dinero para gozar de un retiro cómodo. Aunque estoy más cerca de la muerte que
antes, cuando era más joven, no temo a la muerte como antes, porque de
cualquier manera la muerte no puede robarme de una vida llena de experiencias.
* Estudiante estadunidense, Español 7
EPESA-UNAM, San Antonio, Texas, EUA