Las cafeterías
son lugares de encuentro. Actúan como foros públicos de nuestro tiempo. En
ellos, la gente puede leer los periódicos cotidianos, relajarse, platicar de
todo y de nada.
Las cafeterías
tienen sus propios ambientes. Hacen una ruptura neta con el mundo exterior. En
efecto, son islotes que tienen su ritmo, sus músicas, sus olores. Tantos
artificios que sirven para escapar de lo cotidiano.
En la
madrugada, los clientes hacen cola para tomar su elixir cotidiano, para tomar
su droga. Es mejor que lo tomen, si no, estarán de mal humor por el resto del
día. Te aseguro, cuando no toman sus cafés, no es grato verlos.
¿Cómo podemos
hablar de una cafetería sin hablar de su mesera? Es inconcebible. Sería como
hablar de Mona Lisa sin hacer referencia alguna a su sonrisa.
La mesera, la
chica de la cafetería adicta a sus clientes. Lo hace con una serie de
preguntas. ¿Qué tomarás, hoy? ¿Un colombiano, una torrefacción francesa, o algo
más exótico? ¿Vas a arriesgarte y probar el Kenia? El sabor del día es una
mezcla de la casa. Estoy segura que te gustará. Ella te lo asegura y jamás se
ha equivocado. Cualquiera que sea, sabes que será un placer efímero, apaciguará
tu sed, sin jamás satisfacerla.
!Oh, la chica
de la cafetería! Antes de conocerla, jamás hubiera pensado ser masoquista. ¿Por
qué mi corazón latió tanto? ¿Es su efecto o aquel de su veneno negro? Desde que
la conocí tengo dificultad para dormirme y para dormir. Es así, debido a su
tinta negra que circula en mis venas o es debido a su sonrisa que no puedo
olvidar. ¡Oh, la chica de la cafetería! No solamente ocupa mis días, es también
la dueña de mis sueños.
¡Oh, la chica
de la cafetería! Te da un café con la misma sonrisa que te da la cuenta.
La mesera no
olvida a nadie. Eres el gran flaco que siempre se sienta sólo, el gordo que no
dejó una propina, el hombre con la computadora, la doncella que siempre toma un
vaso de agua.... Quienquiera que seas, eres una de estas personas, te lo
aseguro, has sido catalogado. La unanimidad es un lujo que no durará, al menos
serás el “unánime”. No trates de escapar, no puedes.
¡Oh, la chica
de la cafetería! Sus “muffins” son bastante blandos, son bastante firmes, son
perfectos, son como me gustan.
Chica de la
cafetería, este relato te lo dedico. Quizás el hecho de ponerlo sobre papel
pueda liberarme de tu influencia. ¡Oh, chica de la cafetería! Si solamente
supieras el poder que tienes.
*
Estudiante de Español Avanzado 1
UNAM-ESECA en Gatineau, Quebec, Canadá
Fotografía: Bernardo Fuchs