Recuerdos de Navidad. Notas sobre las celebraciones de invierno en Rumania
por Dora Bucur*
En Rumania, hay dos santos que se celebran en
diciembre y que ofrecen regalos a los niños.
De hecho, el mes de diciembre se llama “el mes de los regalos” y todo el
mundo espera recibir algo. Al menos yo sí esperaba.
El primer santo que de una forma anticipa la llegada
de la Navidad
es el Santo Nicolae, que se celebra cada año el 6 de
diciembre. Recuerdo en la infancia que mis padres solían decirme: Si te has comportado bien, el Santo Nicolae te va a regalar juguetes y
dulces, si no, vas a encontrar en tus botas una vara. Se dice que el Santo Nicolae es muy generoso, pero castiga a
los desobedientes y perezosos. Por eso los niños que no se han portado bien en
el año, reciben la vara para recordarles de un castigo potencial. Afortunadamente, siempre encontré en mis
botas los regalos esperados, pero siempre vivía con el temor de que el Santo Nicolae hubiera visto mis pequeños “delitos
inocentes” bien escondititos (que de hecho todos los niños cometen en cierto
punto) y se pueda vengar en consecuencia, dejándome sin regalos.
En la noche del 5 de diciembre, tenía yo mis botas
limpias, muy a la vista (cerca de la entrada de la casa), para que el Santo Nicolae las localizara sin problemas.
Aunque nunca pude verlo, siempre me trajo mis regalos y muchas veces también la
alegría de la primera nevada del año. En
Rumania se dice que el invierno comienza con el Santo Nicolae; el santo, quien es muy viejo,
sacude su barba larga y canosa y por eso la nieve no se hace esperar. La gente,
entonces, dice que “el santo Nicoale rejuveneció” y aparece montando, cabalgando sobre
un caballo blanco, símbolo de la pureza de la primera nieve.
Nuestros antepasados decían que el Santo Nicolae (conocido antes también como San
Nicoara) vigila el sol que se esconde en
el invierno para que regrese más tarde,
en la primavera. El cristianismo tomó la imagen de este dios pagano y lo
“convirtió” en santo. La iglesia ortodoxa lo celebra como el segundo Santo
creado por Dios que se sienta a su izquierda. Otra leyenda nos cuenta que San Nicolae ayudó a un hombre pobre a casar
a sus tres hijas. En la noche, él llegaba a escondidas y dejaba a cada una de
ellas una bolsita de monedas de oro. Se subía al techado de la casa y dejaba
caer por la chimenea de la casa la bolsita con monedas en un calcetín que se
hubiera dejado tendido en el tejado. De aquí viene la costumbre de colgar los calcetines
en la chimenea en el día que se celebra al santo. La noticia de su generosidad
se difundió y la gente empezó a agradecer al Santo Nicolae cada vez que recibía un regalo
inesperado. En Rumania, el Santo Nicolae es considerado también el santo patrón de las
jóvenes solteras, ayudándolas a conseguir esposos.
La segunda celebración importante del invierno es la
víspera de la Navidad,
la noche del 24 de diciembre. En contraste con la celebración de Santa Clós en Europa Occidental el 25 de
diciembre, en Rumania la noche previa a la
Navidad concentra toda la magia del invierno.
En la tradición oral de los rumanos, se dice que el
santo patrón de este día es el hermano menor de Santa Clós, un pastor viejo de corazón muy
grande.
La cena en la víspera es muy rica, la carne de cerdo
fresca preparada y cocida preferentemente en la casa junto con los dulces
específicos; el pan dulce (cozonac) es cocido desde la mañana del
mismo día para dejar que la levadura haga crecer la masa. Para mí, la
Navidad siempre significó el olor rico del pan dulce, cocido
en la casa. Me fascinaban los vidrios de las ventanas helados por afuera,
formando “flores de nieve” por el frío y la tempestad de nieve, pero empañadas
por adentro como en un sauna por los vapores de la cocina.
En unas partes del país se dice que los muertos
acompañan a los vivos en la celebración de la víspera de la
Navidad. El pan dulce y los otros pasteles de harina son para
ellos, porque aparentemente a los muertos no se les antojan tanto los
preparados de carne. El cozonac es muy parecido al pan de muerto
que se prepara aquí, en México, en los primeros días de noviembre. Parece que
el sabor del pan dulce les encanta a los muertos de Rumania igual que a los de
México. No es nada de sorprendente que a los vivos también.
La víspera de la
Navidad será incompleta si la familia rumana no recibe en la
casa o a sus puertas a los niños que vienen a cantar villancicos, las canciones
que anuncian y celebran el nacimiento del niño Jesús. Además, es de mala suerte
para todo el año el no recibirlos. Los villancicos tienen sus
orígenes antes del cristianismo, pero con el tiempo siguieron adaptándose a las
costumbres cristianas. Por varios años, en la víspera de la
Navidad, recorría con mis amigos los edificios más cercanos de
la colonia y empezábamos a cantar como si ésta fuera nuestra profesión de
siempre, tocando los timbres de los departamentos al mismo tiempo. Con las
manos heladas y las caras rojas por el frío, compartíamos despues los dulces, las naranjas, las
nueces y el dinero que se nos regalaba. Riendo y corriendo por la nieve que se
había cernido en la calle, disfrutábamos la pista de patinaje improvisada, que
se había formado entre los edificios y la oscuridad prematura de los días
cortos de invierno. Con la nieve en los
zapatos, llegaba a la casa antes de la cena, ansiando un té caliente y el pan
dulce. Estaba muy impaciente por empezar a decorar el abeto de Navidad junto
con mi familia y esperar a que Santa Clós viniera.
Antes de que la popular imagen de Santa Clós, que recorre el mundo en su
trineo llevado por renos y regalando juguetes a los niños, empezara a tener
“éxito mundial”, en Rumania la
Navidad era más una celebración religiosa. Antes del
cristianismo, los antepasados de los rumanos celebraban en este tiempo el
nacimiento del díos Mythra
(el díos del sol) que marcaba el solsticio de invierno. Después, se agregó el
contenido cristiano por encima de las costumbres paganas. Navidad es una
palabra que viene del latín "nativitatem", que significa natividad o
nacimiento. La
leyenda decía que Santa Clós era el benévolo dueño del establo donde nació el
niño Jesús. La leyenda religiosa de la
Navidad no siempre fue muy apoyada en Rumania. Durante el
régimen comunista (que acabó en
1989), la versión conectada a la religión fue considerada tabú y Santa Clós fue sustituido con un personaje
fabuloso de los cuentos rumanos para niños que no tenía nada que ver con la
historia del nacimiento de Jesús. Al mismo tiempo, como compensación, se hizo
más hincapié en la celebración del Año Nuevo como el evento más importante del
mes.
Ahora, la
Navidad en Rumania tiene más el carácter de una “fiebre” de
compras de regalos. Del mismo modo, la celebración íntima en familia,
recordando el nacimiento de Jesús, los platillos típicos y las particularidades
de cada región hacen de la
Navidad un complejo de piezas mezclado de tradiciones,
religión y modernidad. Al fin y al cabo, cada uno con su opción. Las costumbres
de Navidad parecen cada año enriquecerse, pero nunca han perdido su sabor. Al
menos, no para mí.
Sarbatori Fericite, Feliz Navidad a todos ustedes
* Estudiante rumana del curso “Grandes autores
ibero-americanos del siglo XX”
CEPE-UNAM, México, D.F.
Escribe a la autora:
Dora Bucur mariadora2004@yahoo.co.uk