La soledad y la solidaridad: las tribus urbanas
por Nozomi Kobayashi*
Muchas veces una ''oveja negra'' de las familias de provincia se traslada a
las grandes ciudades, ya que allí puede expresar libremente sus gustos y no
tiene que escuchar a sus vecinos diciendo ''Deberían llevar a su hijo al
doctor, se viste como si fuera una niña. Ay que cosas. ¡Díos mío!''
Ni los padres, ni los tíos ni los vecinos de las ''ovejas negras''
entienden por qué ellas quieren actuar de manera diferente a como actúa casi la
mayoría de la gente provinciana, por qué se visten de negro, se maquillan a la
manera de las películas de terror, se peinan echándose la mitad de la botella
de gel, se ponen jeans negros ajustados sin
importar las estaciones, o usan botas con plataformas gruesas tipo "caterpilar" aunque
tengan que caminar más de 5 kilómetros al día, y sobre todo no entienden porqué
quieren hacerse tantos hoyos o tatuajes en el cuerpo aguantando tanto dolor e
infección.
A su vez, los jóvenes están frustrados porque no hay nadie con quien puedan
compartir la música que escuchan, la literatura, el arte y su filosofía ante la
vida. Casi les dan ganas de vomitar cuando tienen que estar en una reunión en
donde sólo hablan de deportes y ganados.
Por consiguiente, aquellos jóvenes con el alma en pena viajan a las zonas
urbanas en búsqueda de sus causas y de alguien que pueda comprender el grito de
su espíritu.
Al arribar a la ciudad, un laberinto sin fin o bien la selva de asfalto, se
dan cuenta de que ahí sí pueden ser aceptados así como son o, mejor dicho, a
nadie le importa lo que hacen sus vecinos.
En muy poco tiempo, a partir de su llegada a la zona urbana, logran
identificar a las tribus urbanas que corresponden a su estilo y se integran a
ellas para, por primera vez en su vida, sentir que su alma encuentra consuelo.
Todo lo que era objeto de crítica en su pueblo y considerado como un
fenómeno malicioso, aquí se considera como los brotes de una vida artística
filosófica en la que los jóvenes pueden reconocer su esperanza.
Los aretes, los tatuajes, el peinado, la vestimenta y las botas pesadas ya
no son solamente los símbolos de la rebeldía, sino también de la libertad de expresión.
Así, las tribus urbanas funcionan conteniendo la soledad de los jóvenes, tanto
de la provincia como de la metrópolis, y transformándola en solidaridad entre
sus miembros. En esta comunidad solidaria, los jóvenes pueden proyectar un
futuro radiante.
* Estudiante japonesa de Superior I
CEPE-CU, UNAM, México
nonchaii@hotmail.com