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Literatura |
Juana Inés de la Cruz: apuntes para la biografía de una disidencia
por Cristina Simón*
Sor Juana Inés de la Cruz es uno de esos
personajes enigmáticos y seductores que, en las últimas décadas ha provocado la
aparición de innumerables y variopintos estudios y opiniones sobre su vida y su
obra los que, por sí solos, nos hablan de la tremenda versatilidad, humana y
creadora, de la llamada "décima musa".
Ante
este complejo panorama, las siguientes líneas no pretenden sino animar al
amable lector a que, por su cuenta y bajo su personal perspectiva, se sumerja
en una de las obras barrocas más apasionantes del siglo XVII novohispano.
Para
ello, elegí uno de sus sonetos,
catalogado por su primer comentador global- Don
Alfonso Méndez Plancarte- como perteneciente a sus composiciones líricas
personales y, dentro de éstas, clasificado por su tema como
filosófico-moral. Es un hondo poema que trata de una de las reflexiones – pretéritas y actuales–
más recurrentes en prácticamente todas las culturas del mundo: El inexorable
paso del tiempo con la correspondiente fugacidad de la belleza y la lozanía.
Sor
Juana escribe este soneto inspirada en otro del mismo tema de Don Luis de
Góngora
que también aparecerá líneas abajo para que encuentres las concomitancias y las
diferencias entre estos dos grandes representantes de la poesía barroca, uno
peninsular, otra, novohispana. Vale la pena recordar que, en aquellos tiempos,
la originalidad no era un valor, de manera que los temas se repetían y la
hazaña creadora consistía en decirlos de manera distinta, con la voz y el
estilo propios de cada creador.
Es preciso comentar que el público al que iban
dirigidas estas composiciones era un lector refinado y culto –normalmente
cortesano– y no el pueblo, por lo que podemos comprender el porqué de su
dificultad para ser desentrañada, tanto por la complejidad formal, como
conceptual.
Y dado este breviario histórico, te
presentamos ambos sonetos para que los disfrutes. En primer lugar, te
presetnaqmos el de Don Luis que dice así:
Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido el Sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el
llano
mira tu blanca frente al lilio bello:
mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que el clavel temprano
y mientras triunfa con desdén lozano
de el luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente
no sólo en plata o víola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra,
en nada.
Concretamente el de Sor Juana fue escrito por
la jerónima cuando le hicieron llegar un retrato hecho por algún secreto
admirador; ella, al verlo, se inspiró y recordando a su maestro Góngora,
escribió:
Sor Juana (Miguel Cabrera, s. XVIII)
Este
que ves, engaño colorido.
que
del arte ostentando los primores,
con
falsos silogismos de colores
es
cauteloso engaño del sentido;
éste,
en quien la lisonja ha pretendido
excusar
de los años los horrores
y
venciendo del tiempo los rigores
triunfar
de la vejez y del olvido,
es
un vano artificio del cuidado,
es
una flor al viento delicada,
es
un resguardo inútil para el hado;
es
una necia diligencia errada,
es
un afán caduco y, bien mirado,
es
cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
* Profesora de Español
CEPE-CU, México, D.F.
cristinasimon_98@yahoo.com.mx
El soneto es una composición poética formada por versos de once sílabas
(es decir, endecasílabos) cuya estructura es la siguiente: 2 estrofas de 4 vv. (cuartetos) y 2 estrofas de 3 vv.
(tercetos), cuya rima, necesariamente, es ésta: ABBA, ABBA, CDC, DCD, aunque
hay que aclarar que puede haber variantes en los tercetos.
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