Una aventura en un supermercado
Jamie Li*
Allí estaba yo, de pie, enfrente de filas y filas de productos de alimenticios. Los productos que vi parecían familiares pero solamente por su apariencia. Levanté una caja de botanas y leí la lista de ingredientes. Apenas reconocía los nombres. Vi verduras y frutas que eran nuevas para mí, como nopal, mamey y guanábana (cuyo exterior me recordaba la piel de un dragón).
Era mi primera semana viviendo en la Ciudad de México y estaba en un supermercado, pensando en qué comestibles debería comprar para alimentarme. Al final, compré yogur, frutas, avena y té de hierbas para relajarme.
Esta experiencia me hizo pensar en mi familia, específicamente en mis padres. Mi mamá, mi papá, mi hermano y yo emigramos de China a los Estados Unidos cuando yo tenía tres años. Ellos comenzaron de nuevo en un país completamente diferente al suyo.
Tuvieron cientos de viajes al súper, como el mío, mientras trataban de aprender inglés. Siempre supe en teoría que navegar en ese nuevo mundo extraño había sido duro y lleno de inconveniencias para ellos, pero no me había dado cuenta de qué tan duro hasta ese día en el supermercado. Y mi experiencia fue solamente una fracción de lo que han experimentado a lo largo de sus años en los Estados Unidos. Mi empatía y respeto para ellos crecieron mucho ese día.
Cuando regresé al departamento, resultó que compré un té con cafeína. Una inconveniencia menor, nada en comparación de lo que han experimentado seguramente mis papás.
Imagen de la autora
*Estudiante de Estados Unidos del curso Español 4
CEPE-Polanco, UNAM, Ciudad de México
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