Vivir en México y no morir en el intento
Nadia Xodo*
Vivir en México, adaptándose en el intento Foto: https://commons.wikimedia.org/wiki/ File:San_Mart%C3%ADn_de_las_Pir%C3%A1mides,_Estado_de_M%C3%A9xico.jpg |
Cuando llegues a un nuevo país, acuérdate de que la actitud más importante que te puede ayudar para comprender la cultura y la gente local es tener una mirada positiva sobre todo lo que pasa y se vive en la tierra que con generosidad te está acogiendo. No temas a lo que es diferente de lo tuyo y ten paciencia si algo no te queda claro. Si sigues escuchando a los nativos que viven cerca de ti, sin tener prejuicios o sin confrontar todo con tu cultura de origen, si logras ponerte en los zapatos de los demás, podrás descubrir en cada pueblo aspectos interesantes y nuevos. Sin duda, esto te servirá para integrarte en el nuevo estilo de vida y te enriquecerá mucho.
Teniendo en cuenta esta premisa, yo también, desde hace siete meses, me estoy animando para vivir en México. Lo que más me gusta de este gran país es su cultura y su historia antigua. En particular me refiero al período prehispánico, que fue la cuna de muchas civilizaciones conocidas en todo el mundo como los mayas y los aztecas. Los primeros tuvieron su periodo de máximo florecimiento hasta el siglo IX, ocupando un territorio que comprende los actuales estados de Yucatán, Campeche, Chiapas y extendieron su imperio hasta otros países de Centro América, como Guatemala. Los últimos llegaron a lo que se conoce como el Valle de México, construyeron un imperio que se extendía hasta la costa del Pacifico y se apoyaba en el poder militar y económico que ejercían sobre los pueblos que habían conquistado.
Me fascinó descubrir en el museo de Antropología de la CDMX el complejo sistema de organización social de estas civilizaciones fundadas por castas rígidamente establecidas y sus severas reglas morales. Creo que el conocimiento astronómico reflejado en el invento del calendario es una de las conquistas más importantes de las culturas nativas.
Mirando las pirámides, es cierto que los antiguos mexicas eran expertos tanto en la arquitectura, como en el desarollo de grandes construcciones de piedra, palacios y templos.
Es sorprendente, al visitar el Zócalo, descubrir que Tenochtitlan, la capital azteca, fue construida sobre unos islotes del lago de Texcoco, que un acueducto permitía a la ciudad recibir agua potable y que puentes levadizos facilitaban la comunicación. Es una lástima muy grande que los conquistadores hayan destruido todo este magnífico centro para edificar la capital de la Nueva España sin tener en cuenta los tesoros artísticos y culturales que estaban ya presentes y que testimoniaban una civilización tan rica y progresista.
Cuando visité Xochimilco, me impactó saber que habían creado un sistema de cultivo sobre los lagos a través de una técnica flotante llamada chinampas. Si tú quieres visitar este lugar, es recomendable que des una vuelta por los canales utilizando una trajinera decorada con flores y acompañada por el canto de los mariachis, aunque da lástima que el agua ya no esté limpia.
En mi opinión, por un lado, México no solo es una cultura, sino también una mezcla de culturas, pueblos, lenguas y tradiciones que intentan relacionarse en armonía y que transmiten un encanto misterioso. Por otro lado, es indiscutible que este gran país está lleno de desafíos y de contrastes: una megalópolis como la Ciudad de México, con un sistema de transporte envidiable que te permite llegar a cualquier parte de la ciudad (recuerda que si logras superar el "apachurramiento" del metro durante una hora pico es un signo evidente de que ya te estás integrando), contrasta con comunidades indígenas ubicadas en otros estados, donde la gente camina por muchas horas, no tiene agua potable, ni luz, carecen de instrucción escolar, de asistencia médica y de condiciones primarias de subsistencia.
Del mismo modo, lugares turísticos y famosos en todo el mundo como Cancún o Los Cabos contrastan con Ciudad Juárez o Tijuana, a lo largo de la línea fronteriza que separa a México de los Estados Unidos, donde corre lo que los latinoamericanos llaman "el muro de la vergüenza". En esta área geográfica caracterizada por desiertos y montañas, todos los días la muerte cobra víctimas entre aquellos que van en búsqueda de nueva esperanza.
Sin embargo, hay algunas cosas que unen a todo el país:
Su comida muy variada, que encuentra en el chile un elemento primario que forma parte de su identidad y la fuente de energía necesaria para sobrevivir (ten cuidado cuando te dicen "no pica"... no es verdad); las fiestas populares que expresan creencias ancestrales y que encantan a los extranjeros por medio de sonidos, colores, ritmos y sabores únicos en el mundo; la capacidad de superar las dificultades y que no se desconciertan delante de la injusticia, la pobreza o las inevitables pruebas que la vida presenta; su concepto indeterminado y no estresado del tiempo ("ahorita vengo") es un incentivo para disfrutar de las pequeñas alegrías de la existencia cotidiana; su carácter amable y sonriente, siempre abierto a la hospitalidad, generoso e ingenioso, con un gran sentido del humor, hace percibir que el extranjero siempre está en su casa y nunca es discriminado.
En conclusión, me parece que ante todo hay un elemento importante que unifica muchas realidades presentes en el territorio, formando la identidad de un solo pueblo, sin el cual considero que no se puede entender México completamente: su religiosidad y su fe incondicional en la Virgen de Guadalupe, símbolo de fusión y de integración entre las diferentes culturas y del reciproco intercambio de riquezas. En ella, me parece, cada mexicano encuentra a su madre y su bandera.
*Estudiante italiana de Español 3
CEPE-Polanco, UNAM, Ciudad de México
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