Reseñas, Cine y Literatura |
La misma lunaRaymonde Raymond* |
Este título hace referencia a una película que yo vi la semana pasada. Cuenta la historia de una mujer que deja su país, México, para emigrar a los Estados Unidos. Ella dejó a su hijo de 5 años y a su mamá enferma. Atravesó un río con una amiga suya. La policía las persiguió a través de un bosque, pues se escondieron durante toda la noche. Al fin, llegaron a Los Ángeles y allá se quedaron. Buscó trabajo por mucho tiempo y después encontró dos empleos. Trabajaba como sirvienta cada día en una casa y limpiaba otras tres veces a la semana. Mandaba dinero a su mamá para cuidar a su hijo y a sí misma. Pasaron cuatro años desde que empezó su viaje. Cada domingo, llamaba a su hijo desde un teléfono público y él le preguntaba ¿Cuándo estaré contigo, mamá? Ella se ponía a llorar porque no tenía papeles, era ilegal. Había un vigilante que la amaba pero no quería casarse con él porque su corazón estaba roto por el papá de su hijo. Él fue su primer amor y cuando ella estaba embarazada, la abandonó. Un día, ella decidió casarse con el otro hombre por amor a su hijo, porque le había prometido ayudarla a arreglar los papeles del niño para que viniera a los Estados Unidos a vivir con ellos. Mientras tomaba esta decisión, su madre murió en México y el niño huyó de la casa para buscar a su madre. El niño le pagó a una pareja para que lo llevara a Los Ángeles. Con mala suerte, los policías que estaban en la frontera mandaron al depósito el coche en el que iba. En la noche, el niño salió de su escondite y se fue. Llegó a una estación de tren para comprar un boleto y se dio cuenta de que había perdido su dinero. Con ingenuidad, vio a un hombre y le pidió que lo llevara al lugar en el que había estado antes, el depósito, y le prometió cien dólares. Cuando llegó al lugar, no encontró su bolsa en el coche, el hombre se enojó y luego lo vendió a un grupo de traficantes. Gracias a Dios, una mujer vio la escena y les pagó el dinero a los traficantes a cambio del niño para que viniera con ella. El niño se quedó en la casa de esa mujer y encontró a muchos inmigrantes ilegales. Llegó a ser amigo de esas personas. Ellos lo llevaron a un campo para trabajar. Quería ganar dinero para comprar su boleto de tren. Una vez llegó la policía donde estaban los inmigrantes y él se vio obligado a irse, pero esta vez no iba solo. Se fue con una persona a la que no le simpatizaba al principio pero poco a poco se lo fue ganando. Era un hombre. Ellos trabajaron juntos en un restaurante. El hombre le dijo que lo iba a llevar con su mamá. Después de algunos días, viajaron hacia Los Ángeles. No tenían la dirección de la mamá pero el chico le contó que cada vez que su mamá le llamaba, ella describía el lugar en donde estaba. A la noche se fueron a dormir a un parque porque no encontraron el lugar descrito. En la mañana, el amigo se fue a buscar algo para que comieran y a su regreso vio a la policía que detenía al niño. Quería marcharse pero después de un rato, atravesó la calle y empezó a tirar las tazas de café sobre los policías para atraer su atención. Los policiales dejaron al niño y corrieron detrás del hombre, mientras el niño se escapaba. El niño estaba caminando cuando vio un lugar semejante al que su madre le había descrito antes. Él se quedó inmóvil un momento y después de algunos minutos vio a su mamá y le gritó: "¡Mamá!" No olvidaré decirles que la mamá había decidido no casarse. Algunas horas después de tomar esa decisión, la propietaria de la casa en la que trabajaba le anunció que hacía tiempo que su madre había muerto y que su hijo había dejado la casa para buscarla en los Estados Unidos. La primera cosa que ella hizo fue comprar un boleto de tren para regresar a su ciudad, pero entonces se acordó que ese día era domingo. Ya sabía que debía ir a donde solía llamar a su hijo para encontrarlo. Sabía que su hijo era muy inteligente. Fue una alegría sin medida este día. Ellos lloraron cuando se abrazaron. * Estudiante haitiana de Español 5 |
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