Conquistador
Serge Duguay*
Conquistador Foto: https://en.wikipedia.org/wiki/Conquistador |
El conquistador dio su primer paso en la nueva tierra, pensando en su esposa y sus tres hijos que dejaba atrás en España. No era la primera vez que su profesión de guerrero lo obligaba a estar lejos de su familia, pero durante sus aventuras anteriores ninguno de sus hijos estaba enfermo. Cuando dejó su hogar, tres meses atrás, todos tenían algún tipo de enfermedad: su hija de tres años tenía una infección de la piel, el bebé tenía los huesos blandos y su hijo mayor tenía las piernas adoloridas y dificultades para caminar. Salvador Cruz se sentía mal por su esposa: "¿Qué les he hecho a los dioses para merecer esto?".
Después de un mes en este lugar recién descubierto, al conquistador no le gustó la forma en que su comandante trataba a los mayas y a la naturaleza. Muchos de los guerreros mataban a los animales salvajes sólo por placer. En secreto, Salvador ayudaba cuando la oportunidad se ofrecía.
Un día, Salvador patrullaba en la selva cuando encontró a un anciano que parecía sediento. Salvador sabía que el hombre y él no hablaban el mismo idioma, así que sin palabras, él sacó su recipiente de agua y le ofreció al anciano. Después de beber, el hombre sonrió y le dio una pequeña escultura de piedra que se asemejaba a una boca hablando a una oreja. "Gracias", dijo Salvador. "Tienes un corazón puro", dijo el anciano. ¿Usted habla español? No, pero ahora puedes entender todo con el regalo que recién recibiste. "¿Cómo puede ser? ¿Quién eres?" "Soy un mago maya buscando gente como tú. Buena suerte en tus esfuerzos de aliviar el dolor y el sufrimiento de otros." De pronto, el hombre se levantó y, como un joven, comenzó a correr hacia la montaña. "¡Qué extraño!" Salvador puso la escultura bajo su armadura y continúo su patrullaje.
Al siguiente día, Salvador fue al pozo a buscar agua cuando oyó un ruido extraño. Se dio cuenta de que un pájaro, una chachalaca, tenía un ala atrapada en la grieta de una gran sábila. Se acercó a la chachalaca y de repente el ruido se convirtió en una voz que dijo: "Por favor, no me hagas daño." "No te preocupes" dijo Salvador, y suavemente liberó al pájaro. Antes de marcharse, el pájaro le dio una pluma de su ala y le dijo: "Esta pluma es un símbolo del regalo que te doy. Gracias por tu ayuda." Salvador, aún asombrado por lo ocurrido, tomó la pluma y la puso en su casco.
Por la mañana, el comandante ordenó a Salvador ir a la nave para conseguir suministros para el campamento. En la playa Salvador vio una tortuga apoyada sobre su espalda y con una marca de espada en su caparazón, Salvador, sin dudarlo, le dio la vuelta. "Gracias por tu ayuda, soldado. Aquí está un pedazo de mi corteza, es un símbolo del regalo que te doy". La tortuga llegó lentamente al agua y desapareció en el mar. Salvador unió su nuevo regalo a la empuñadura de su espada. En su camino de vuelta al campamento, se encontró un leopardo en una trampa. El leopardo estaba flaco y débil. Salvador liberó su pata de la trampa y le dio agua y comida. "Gracias, tu eres un salvador." "Es mi nombre, dijo Salvador." "No todo es una casualidad, por favor acepta esta garra como un símbolo del regalo que te doy." Salvador puso la garra en su bota y continúo su camino.
Durante la noche, se produjo una tormenta y un enorme rayo cayó sobre la nave y comenzó un incendio. A pesar del esfuerzo de los diez marineros a bordo, la nave se hundió. "¿Como vamos a volver a España o sobrevivir sin suministros?" dijo la tripulación.
La siguiente semana fue la peor. La mayoría de los conquistadores se enfermó y Salvador se preocupaba de no poder volver a ver a su familia. Esa noche, Salvador soñó que volaba sobre un enorme pájaro y que una tortuga le ayudaba a cruzar el océano para finalmente llegar a su casa montado sobre un leopardo.
Por la mañana, se despertó en el jardín de su casa con los gritos de felicidad de su esposa e hijos. Después de tratar de explicar cómo llegó a casa, su esposa le anunció que la piel de su hija estaba hermosa y suave, pero que ahora ella llevaba en su brazo una extraña marca de nacimiento parecida a una pluma. También le dijo que los huesos del bebé eran ahora fuertes y una marca como un caparazón de tortuga apareció en su cráneo. Finalmente, su hijo mayor podía correr como el viento y que sobre su pierna ahora tenía una marca como una garra.
Salvador nunca fue tan feliz y por esto decidió terminar sus días de conquistador de tierras. Se preguntaba qué tipo de trabajo podría hacer para ganarse su vida. Un día, la familia Cruz fue al mercado y un vendedor de ropa le habló en italiano. Salvador repondio; "buon giorno, signore, la ringrazio, ma io non sono interessato a comprare panno oggi, forse la prossima settimana." ¿Cuándo aprendiste italiano? Preguntó su esposa.
*Estudiante canadiense de Conversación 4.
UNAM-Canadá.