Impresión de México, D.F
Fan Lei
Entre las ciudades que siempre había tenido ganas de visitar, estaba la ciudad de México, que cuenta con casi todas las expresiones culturales, con particularidades, entre las cuales se destaca la perfecta combinación entre elementos indígenas, europeos, africanos, e incluso asiáticos.
Este año tuve la oportunidad de visitar esta ciudad para realizar por un año una investigación sobre el Español y la Cultura Latinoamericana para Extranjeros en México, y con ese fin llegué el 12 de abril pasado.
Como éste es mi primer viaje a un país extranjero, antes de venir pregunté a muchos amigos sobre las experiencias que habían tenido en México. Me dijeron que era un lugar atractivo que vale la pena visitar por el agradable clima, la biodiversidad, las arquitecturas precolombinas y coloniales bien conservadas, las impresionantes canciones y bailes típicamente latinoamericanos, etcétera. También me informaron que no hacía falta ropa especial para el verano y ropa para el invierno, porque no hace mucho calor ni mucho frío. Me sugirieron, asimismo, que llevara cremas bloqueadoras con filtro de protección solar (más de 40) para protegerme del fuerte sol. Me advirtieron que se venden carísimas las especias para cocinar la comida china. Y casi todos me pidieron tequila o sombreros típicos de México al enterarse de mi viaje.
Como en mi país trabajo en el Instituto de América Latina, también conseguí mucha información a través de los libros sobre México, escritos por mis colegas. Lo que más me preocupaba era la altura de la ciudad, que temía me causara incomodidades físicas. Y así fue. Unos días después de mi llegada a México, caí enferma de resfriado, fiebre y tos insoportable. Mi sufrimiento duró diez días, y en esa situación extrañé mucho a mi familia. Sin embargo, una vez que me recuperé de la enfermedad, me sentía muy feliz cada día, visitando las ruinas de la civilización de los aztecas, las iglesias y los parques.
Se me hicieron acogedoras la atmósfera y la gente de aquí. Pero, a decir verdad, las instituciones gubernamentales siempre trabajaban con poca efectividad. Me fascinaban las arquitecturas con una gran variedad de estilos. Visitamos, mis compañeros y yo, el Paseo de la Reforma, el Zócalo, la Plaza de las Tres Culturas, el bosque de Chapultepec, el Palacio de Bellas Artes, el Museo de Antropología, etcétera.
En nuestros recorridos no cesamos de tomar fotos de las estatuas, las iglesias, las esculturas y las fuentes, entre otras cosas más, que nos parecían maravillosas. Dicen que la ciudad de México es la ciudad con más iglesias y estatuas de todo el mundo. Además, una visita a la Basílica de Guadalupe me hizo creer que los mexicanos son muy religiosos. También me encantó la increíble armonía entre el ser humano y la naturaleza; lo comprobé en el bosque de Chapultepec, viendo jugar libremente a las ardillas con los visitantes.
No me parece muy fácil vivir en la ciudad de México porque es carísima. Los precios de los alimentos son mucho más altos que en China. Entonces, nos costó mucho trabajo encontrar productos más económicos. Lo que más me molestó es el servicio de telecomunicación, por ejemplo, la internet, que no está tan desarrollada como en China, y nos cobran mucho más dinero para conseguir la banda ancha. Pero de todas maneras, tuvimos buena suerte de haber encontrado un departamento cómodo, muy cerca de la UNAM, y por un precio razonable. Estamos satisfechos porque esta colonia es la zona con mayor seguridad y tiene además muchas facilidades de compras y transporte.
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* Estudiante china de Español Superior 3
CEPE-UNAM, México, D.F.