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Un nuevo mundo de sonidos

Carolin Rahn* 

 

Un nuevo mundo de sonidosCuando llegamos a México muchas cosas eran nuevas y extrañas para nosotros. Por ejemplo, el tráfico, la comida, la arquitectura, el idioma, la altura y las consecuencias físicas que tiene para nuestro cuerpo, la fauna y la flora, etcétera. Pero, sobre todo, nos confundían los numerosos ruidos desconocidos.

        Al principio no sabíamos qué hacer con los sonidos de los altavoces (“colchoooones, lavadoooras, secadooooras …”) que no paraban de sonar, incluso a altas horas de la noche. O en la mañana los gritos del gasista (señor del gas); en las noches este silbido vaporoso del vendedor de camotes, el fierro viejo, la campana de la basura… Un mundo nuevo que al principio nos parecía muy peligroso.

        Especialmente duras fueron las noches de la primera semana: pudimos oír ladridos fuertes y constantes de los numerosos perros alrededor de nuestra casa.

        Nunca antes había oído ladrar a tantos perros. Además, se oían ruidos extraños en el tejado, como personas saltando sobre el  techo. ¿Eran ladrones? También escuchamos disparos recurrentes, que también se oían durante el día. Incluso sonaban más como bombas. ¿Había bandas de delincuentes luchando cerca de nosotros? El estrés de la primera semana fue increíble.

        Qué aliviados y felices nos sentimos cuando una noche fuimos a investigar el ruido en el techo y vimos un animalito muy mono: un cacomixtle, como supimos después. Los numerosos disparos también resultaron ser fuegos artificiales, que aquí no están prohibidos. Y poco a poco, todo el estrés se disipó.

 

*Estudiante de Alemania del curso Español 5
CEPE-Polanco, UNAM, Ciudad de México

Imagen: https://pudding.cool/2022/09/cdmx/


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