Un día, un pájaro estaba en un árbol cuando se
preguntó: "¿quién me dio la vida?"; reflexionaba sobre esto mientras pensaba en
cómo agradecerle a ese ser: "una pequeña melodía por la bondad que tuvo de
traerme a este mundo". Miró el árbol sobre el cual se encontraba y con gran
alegría decidió silbar para rendirle homenaje. Cuî cuî, hacía con mucho amor, pero el árbol
no respondía. Cuî cuî repetía,
pero el árbol sólo se movía respondiendo al viento. Al mismo tiempo, un zorro
pasó debajo de él y se detuvo para preguntarle: "¿qué haces?"; el pájaro le
respondió: "Canto para quien me dio la vida". El zorro le contestó de manera
burlona: "¡No seas tonto!, nadie te dio la vida, simplemente naciste y ya".
Nuestro pequeño pájaro,
tristemente desamparado, decidió regresar a volar por los cielos para
conquistar la tierra y buscar la esencia de la vida, aquella que le había
permitido respirar. Así, se cruzó en su camino con un buen número de especies
de animales, tan diferentes unas de otras, sin verlas con detalle, ni a los
paisajes, ni a su posible creador, de quien había tenido interés en conocer.
Después de un largo viaje pleno de descubrimiento, decidió posarse sobre una
roca tan grande que tenía un cacto en medio.
Sorprendido por el tamaño del nopal, percibió que en lo más alto un águila
real había decidido reposar un momento.
"Quién eres?" -preguntó
el pájaro-. "Me llaman cuāuhtli
(águila), ¿qué puedo hacer por ti, tototzintli (pajarito)?"
-respondió el águila-. Y nuestro pájaro le respondió: "Quisiera agradecerle a
quien me dio la oportunidad de sostenerme en mis pies, de volar y de poder
respirar, me gustaría rendirle un homenaje. ¿Sabes a quién debo dirigirme?"
"Dime qué quieres, joven amigo, estoy para escucharte" a lo que el pájaro respondió:
"Me encantaría hacerle escuchar el sonido de mi bella voz". Tan pronto dicho,
tan pronto hecho: el pajarito se puso a cantar.
* Estudiante francés, Español, Intermedio 1
CEPE-UNAM, México, D. F.
florealbarbero@hotmail.fr
Ilustraciones: Floréal Esteban Barbero Duchatelle
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