En marzo, yo fui a Ámsterdam por una semana. Antes, nunca había pensado en ir a esa ciudad, pero mi amiga estaba estudiando allá y me invitó a visitarla. Esta fue la primera vez que viajé sola y estaba nerviosa, pero emocionada al mismo tiempo. El vuelo tomó casi 11 horas y mi amiga fue por mí al aeropuerto. Era buenísimo verla, porque no nos habíamos visto hacía como 9 meses y ella es una de mis mejores amigas.

Ella vive al lado de un canal, así que cuando sales de su puerta, estás como a dos pies del canal. Es increíble. Estar allá era casi surrealista para mí. Había mucha gente en las calles y creo que casi un 80 ó 90 por ciento de las personas andaba en bicicleta. Las calles estaban llenas de bicicletas y las madres, los padres, los hijos, todos tenían una bicicleta. La gente era muy simpática y amable y muchas personas hablaban inglés, lo que me ayudó mucho, porque yo no sabía ni una palabra de holandés.

Un día tomamos un tren a Bruselas, Bélgica y fue muy divertido. Lo fantástico de estar en Europa es que puedes tomar un tren hasta muchos lugares diferentes y son muy cercanos. Cuando estuvimos ahí, tomamos el autobús "hop on, hop off" para visitar los lugares más importantes de Bruselas, y aprendimos mucho con los audífonos en el autobús. Vimos muchos edificios y cosas nuevas para mí. Llovió muchísimo y hacía frío, pero el día fue muy productivo y muy divertido al mismo tiempo. Comimos waffles y chocolate de Bélgica: ¡necesitábamos hacerlo si estábamos allá!

Cuando regresamos a Ámsterdam, fuimos al museo de Van Gogh, y me encantó, me fascinó. Van Gogh pintó muchísimos cuadros, tenía mucho talento. Vale la pena ir a este museo, definitivamente.

El resto de nuestro tiempo sólo caminamos por las bellas calles, viendo los mercados de flores y cosas diferentes. Había gente de todo el mundo y fue una experiencia fabulosa. Algún día espero ir otra vez a Ámsterdam. Es un lugar muy especial y hermoso.

*Estudiante estadounidense de Español Intermedio 1

CEPE Taxco

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